El pasado fin de semana, unos amigos y yo nos desplazábamos juntos en coche antes de comenzar la noche del sábado. El conductor puso a sonar la música, y echaron a andar las primeras notas de una canción de Ricky Nelson, no recuerdo cual... El caso es que al rato me acordé de una entrañable escena de una de mis películas más queridas, Río Bravo. En esa escena, un grupo de cuatro amigos trasnochan a base de café en la oficina del sheriff, mientras aguardan la llegada de los asalariados matones de un terrateniente para evitar que saquen de la cárcel a su hermano que se encuentra detenido por asesinato. Esa escena no debería de tener nada de especial dentro del argumento de un western, si no fuese por el momento en el que bajo la atenta mirada del sheriff (John Wayne), comienza a sonar bajo un sombrero la portentosa voz de Dean Martin (padrino honorífico e inspirador del pretencioso nombre de éste blog), que acompañada de la guitarra del mencionado Ricky Nelson, y unida al sonido de la armónica del eterno "borrachín", (Walter Brennan), se sacan de la manga una inolvidable "oda a la amistad". Sin duda, son este tipo de detalles los que motivan el carácter legendario de algunas películas.
A pesar de que nada tenga que ver con el film, dentro de la "estampa" que formábamos esa noche aquellos cinco improvisados cowboys de ciudad, me pregunté una cosa: ¿¿Realmente me gusta el country??
Creo que a pesar de todo ese revival discográfico de la música tradicional americana (motivado principalmente por los últimos discos del ya desaparecido Johnny Cash) que tanto han metido el gusanillo en el cuerpo a tanta gente, a mi no me ha terminado de convencer. Pero no me termina de entrar así "a palo seco". Es decir, que no me pide el cuerpo poner un cd de country así por las buenas y disfrutarlo sentado en una silla. Otra cosa es dentro de un contexto. A modo de banda sonora de un momento (todos deberían de tener una) en el que seria muy válido que los silencios fuesen rellenados por un señor con sombrero vaquero mascando tabaco y rascando las cuerdas de su guitarra.
A pesar de mi poca pasión por esta música, he de decir que ha habido momentos que me han sorprendido por su genialidad más de una vez, y que aunque otros han sido más desconcertantes, al final, el country es algo que siempre "ha estado ahí" nos toque de cerca o no. Y nos guste o no, la mayoría, hemos pasado interminables tardes de sábado delante de la tele, tragándonos todo western viviente, o no; spaghetti o no; clásico o "crepuscular", que tenían como banda sonora cosas tan entrañables como esta.
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